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Sin embargo ayer

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codigomorton's avatar
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Tres veces en una semana. Eran más ocasiones en las que terminaba durmiendo en el sofá de las que Juan podía soportar. Había llegado a pensar que la relación no podía continuar de esa manera. Eso era un hecho lamentable, aquella casa estaba siendo construida con tanto afecto, que dejarla incompleta, sería como legar al mundo un falso mensaje de pesimismo, de fracaso, de mediocridad.

Los nervios de la situación precaria podían ser los culpables de aquellos conflictos. Un poco de té, un poco de calma, un poco de intimidad, un poco de amigos, un poco de paz, un poco de té. Y todo será en círculo. Así será en calma.

Ella parece no aceptar esa calma. No toma té. Quiere un café, cargado. Ella quiere un café negro, con muy poco de azúcar. Ella no quiere paz.

¿Ella es consecuencia de todo? ¿O él era la consecuencia de ella? ¿O todo era la consecuencia de él? O todo, causalidad. Todo circular.

Rutina: Taxi, oficina, papeles, planos, papeles (como un sándwich de empleado),
“nos vemos”, puerta, taxi, puerta... Aquí se quiebra lo predecible. Algunos días sus labios dan besos y otros dan quejas. Ayer sucedió esto último. Y como anoche, en esas noches no habrá cama, no habrá cosquillas, no habrá dos. Habrá whisky, habrá sofá, habrá uno y uno.

“¿Me quieres? Entonces no grites”. “La construcción se va a terminar, ten paciencia”. ¿Dónde guardas el amor que te expresé? “¿Acaso lo olvidaste?“

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Sentado frente a él, ese espíritu no sabía que hacía allí. Mejor dicho, sabía con que intenciones venía pero desconocía la exacta razón por la que podía estar ahí sentado. En ese lugar sin techo. Metafóricamente sin techo.

-¿Café?- preguntó Juan, ingenuamente, esa tarde de sábado, al espíritu que lo visitaba-.

-Prefiero un té, si no es molestia- respondió el visitante-. Un té y calma. ¿De verdad no te parezco conocido?

-Para nada, no me resultas familiar- dijo mientras se dirigía a la cocina a preparar la infusión-. ¿Debería...?

-Sí. Sí deberías.

Pasaron unos minutos. Dos tazas llenas de té suspiraban en la mesa. El roce del vapor que no se consigue más allá del beso. Es beberlo.

-Bueno, entonces... ¿A qué se debe tu visita?

-Es extraño. De repente estás en tu mundo tranquilo, y al instante has sido enviado al pasado-.

Juan rió. Un pájaro silbó, pero nadie le dio importancia.

-Así que vienes del futuro...

-Sí. Aunque eso no parece sorprenderte- se extrañó el extraño-.

-Para nada, soy de mente abierta. Y si debo conocerte, es porque de seguro tú...

-Yo soy tú- interrumpió el hombre de barba desprolija y con algunos días sin rasurar.

Juan bebió más té.

-Pues entonces... Hola, Juan.

-Hola, Juan.

Y ambos se dieron la mano. Y fue como si nada hubiese pasado para el segundo. Pero al primero sí le sucedió algo.

-Tu energía es negativa. No me traes buenas noticias- afirmó Juan, el del pasado-.

La casa era ruinas sin haber sido casa. Todo era gris dentro de sus paredes. Allí todos los días trataba de florecer un amor, pero era como una flor en el desierto.

-Aun no ha llegado Norma, por lo visto- expresó Juan, del futuro-.

-Pues no. Pero no me cambies el tema.

El té se había enfriado. Estaba a tono con aquel hogar, con aquellas personas.
De repente todos los tonos, todos los matices, todos los sonidos, se concentraban en ese extraño que tenía algo para decir.

-He estado muy triste estos días. No he podido sentirme realizado con nada de lo que hago. Estoy vacío, solo, desamparado. Arruinado espiritualmente. ¿Quieres saber como me siento? Echa un sapo en medio de la gran ciudad y verás.

Calló.

-Y no puedo sacarme esas voces de mi cabeza...

Al compás de sus dichos, en su cabeza resonó: “¿Me quieres?” “Entonces no grites”. “¿Me quieres?” “¿Me quieres?”. “No grites”. “¿Me quieres?”

-El silencio.... Disfruta el silencio... Siente el silencio...

Juan del pasado se vio incómodo ante la situación. Aquel Juan parecía psicótico. Como él, pero realizado. “Norma me seguirá amando cuando esté así?” Se preguntó.

-Norma ha muerto- contestó aquel extraño, como leyendo sus pensamientos-.

Juan se echó hacia atrás, empujó con su brazo la taza que chocó violentamente contra el piso. Chocó una vez. Chocó otra vez. Chocó una vez más. Siempre sin moverse.

-¡¡¡Mientes!!!- gritó desesperado-.

Juan del futuro no pudo evitar sonreírse, ya que el poder de aquellos segundos era todo suyo.

-No te precipites. Me refiero a mis tiempos. En mi presente, en el futuro del que vengo, ya ha muerto. Y ya no puedo solo. Y estaba pensando en ti... más bien en mí, cuando era tú...

Un sonido curioso interrumpió su momento.

-Atiende- amenazó furioso aquel Juan de los tiempos venideros-.

El dueño de la casa a medio terminar tomó su celular del bolsillo e interrumpió la molesta melodía divertida, ahora sin sentido alguno.

-Juan habla... ¿Qué sucede?- preguntó con miedo-.

-Hola- contestó una voz medio enfurecida, medio arrepentida-.

-Mi amor, ¿Donde estás?

A Juan le había vuelto el alma al cuerpo al escuchar la voz de Norma. No al Juan resignado, sino al aún esperanzado en un futuro.

-Sigo aquí con mi amiga... Quizás me quede aquí hoy...

En su voz se notaba su intención. Ella se moría por dentro de que él le pidiera volver a casa esa noche. No era habitual de Juan hacerlo, pero ella perseveraba de todas formas.
Esta vez Juan pensaba distinto.

-No, no, aguarda...-dijo, mientras observaba a su yo del futuro beberse su té frío-. Ven a cenar esta noche. Cocinaré... ¿Qué te parece?

Una lágrima cayó por la mejilla de Norma al sentir la ternura de esas palabras.

-De acuerdo. De acuerdo- repitió inconscientemente-. Allí estaré a las 22.

Cinco minutos después, Juan del futuro observaba su taza vacía.

-De nuevo la misma sensación, maldita sea.

-¿A qué te refieres?

-A que lo hice de nuevo. Dejé que se enfriara. Luego recordé que deseaba beberlo. Ya estaba frío pero lo tomé de todas maneras, disfruté del hecho de tomarlo. Pero en este recipiente ya no hay nada. Siempre es así. La vida siempre es así.

Juan, el primero, se levantó y tomó ambas tazas bruscamente. Se dirigió a la cocina a llenarlas de agua.

-No quiero ser como tú, definitivamente- afirmó-. Voy a comenzar a disfrutar de lo que tengo y voy a empezar ya mismo. Cocinaré algo sabroso, y lo comeré con la mujer que más amo en el mundo. Pasaremos la mejor velada de su vida, y así será todas las noches. Todas las noches le daré todo el amor que necesite, y comeremos algo delicioso, y seremos felices. Seremos deliciosos. Seremos causalidad. Todo será cíclico. Porque la felicidad es cíclica.

-La muerte también- agregó el Juan que ya no tenía remedio alguno-.

El dueño de aquella construcción se enfureció.

-De acuerdo, te vas a ir. Te vas a retirar ahora, y no te quiero volver a ver. De ahora en adelante voy a ser feliz... ¡Y eso no te incluye!

Pero lo que señalaba con su dedo iracundo era el aire. Era una mesa. Era su soledad. Solo había un Juan, y era él.

Norma llegó esa noche muy puntual. La cena fue la más sabrosa que probó en su vida. Quizás porque su sabor era a reconciliación. A la complicidad de dos amantes que se renuevan. Y esa noche fue pasión, hubo cama, hubo cosquillas, hubo dos. Como debía ser. Juan estaba completo. Eso era circular. Eso era felicidad. Así debía ser por el resto de su vida. Le había dado a su amada un momento único, que a su vez no lo era ya que se repetiría, mientras pudiese hacerlo. Y la casa que los albergó tanto tiempo ese día estaba completa. Ni una sola teja brilló su ausencia.

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A la mañana siguiente Juan si escuchó al pájaro que silbó. Norma no estaba, había salido por café. Así se lo confirmó Juan, que había vuelto del futuro a visitarlo una vez más.

-Detesto el café- dijo mientras sostenía su té-. ¿Y tú que haces aquí de nuevo?

-Quería saber como te fue ayer.

-Pues excelente. Ha sido la mejor noche de mi vida. Pero reitero lo que le dije a mis pensamientos: No será la mejor porque la repetiré. La repetiré hasta que me harte de ser feliz. Para ti y para mí. Y para ella. ¿Y por qué tú sigues así, maltrecho, si yo ya soy...?

-Otra vez las voces en mi cabeza...- se quejó el visitante, interrumpiendo-.

“¿Me quieres?” “Entonces no grites”. “¿Me quieres?” “¿Me quieres?”. “No grites”. “¿Me quieres?”

-¡¡¡QUIERO SILENCIO!!!-gritó furioso aquel extraño-. ¡Me voy de aquí!.

Se puso de pie y se dirigió hacia la nada, de vuelta a su hogar.

-¡Aguarda!- se desesperó Juan del pasado-. Aun no me has dicho en que momento, en que punto de la linea de tiempo, se burlará la Muerte de mí. Cuando me arrebatará a Norma, en qué punto cierra el círculo...

-¿Te refieres a cuándo fue su muerte?- preguntó Juan del futuro con un aire de superioridad-.

Hizo una pausa y prosiguió.

-Hace diez minutos. En un accidente. La atropellaron. Su café se desparramó en el asfalto.

Y Juan sin nada, volteó hacia su abismo. Un pájaro silbó pero nadie lo escuchó. Juan, el hace instantes muerto en vida, estaba perdido en la sorpresa, en la desesperación inmóvil. Sosteniendo su taza. El teléfono sonó.

-Bébete el té antes de que se enfríe- le advirtió Juan del futuro, sin observarlo siquiera-.

Y luego se fue.

¿Ella fue consecuencia de todo? ¿O él fue la consecuencia de ella? ¿O todo fue la consecuencia de él? O todo, causalidad. Todo circular.
Para la pieza nº 100 de la galería, me decidí a subir uno de mis relatos preferidos. Hay que saber aprovechar las cosas cuando disponemos de ellas, no hay que dejarse estar... de eso habla este texto.

Espero que les guste!
© 2007 - 2024 codigomorton
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HalseidessDream's avatar
Genial ^^ me sorprende tu gambeta corta xD como se dice en el fútbol